El endeudamiento del Gobierno
y de las empresas al exterior continúa aumentando, al punto que ya superó los
100.000 millones de dólares. Así se desprende de las cifras divulgadas por el
Banco de la República, las cuales señalan que con corte a octubre pasado, el
crecimiento anual de la deuda externa fue de 10 por ciento.
Visto de otra manera, este monto equivale ya al 25,3 por ciento
del PIB colombiano, nivel que no se veía en 10 años. De hecho, estos niveles
están muy lejos de los que podrían representar un problema para el país, pues
no se comparan con más del 100 por ciento de endeudamiento que se ha visto en
varios países europeos apaleados por la crisis. Sin embargo, sí se observa un
crecimiento en la proporción con respecto a años anteriores, pues el saldo de
deuda frente al PIB alcanzó a bajar a 19 por ciento en el 2008.
Vale la pena recordar que ya en octubre el precio del dólar se
había empezado a trepar muy por encima de los 2.000 pesos. En estas
circunstancias, el saldo de la deuda en pesos colombianos se hace mayor y por
ende representa mucho más dentro de la economía.
Del total de obligaciones, el 60 por ciento corresponde al
sector público, con 59.588 millones de dólares, cuyo aumento anual superó el 15
por ciento y prácticamente la totalidad son de largo plazo. Entre tanto, el
endeudamiento privado apenas creció 4 por ciento en el último año, al ubicarse
en 40.565 millones de dólares. De dicho valor, el 70 por ciento corresponde a
pagos en el largo plazo.
El instrumento que concentra la mayor parte de la financiación
(48 por ciento) son los préstamos, seguidos por los bonos, tanto del Gobierno
como de las empresas, los cuales representan el 42 por ciento del total. Como
se sabe, la Nación ha emitido bonos en el exterior por más de 8.000 millones de
dólares en los últimos dos años, y varias empresas también han hecho
colocaciones. El resto corresponde a créditos comerciales y otros mecanismos.
EL PRECIO DE LA GASOLINA
Colombia está en la lista de países damnificados por la caída de los
precios del petróleo. Estos son los efectos para el país.
La caída en los precios del petróleo
tiene efectos fiscales para la economía. El presupuesto de 2015 fue realizado
con un precio promedio de US$ 97 dólares, pero con el comportamiento del crudo,
ese precio se ha reducido a cerca de US$ 90 dólares por barril.
“Por cada dólar que caiga el barril,
son 300.000 millones de pesos de hueco que le abre al estado colombiano”,
explica el presidente de la ACP, Francisco Lloreda.
El hueco para el próximo año se estima
en más de dos billones de pesos, lo que obligará al gobierno a más
endeudamiento o recorte de gasto. “El grueso de los ingresos petroleros, son a
la vez los ingresos del gobierno. Por esa razón hay unos descalces grandes en
temas fiscales y después viene un ejercicio de reducir gastos o buscar otro
tipo de financiamientos”, asegura el analista económico, Alejandro Reyes.
Si los precios del petróleo siguen
bajos, y el país no aumenta considerablemente la producción, el impacto para
2016 sería mayor en las finanzas públicas. Las empresas petroleras en Colombia
están preocupadas por el panorama para la industria.
“La industria en este momento se está viendo
golpeada de distintas maneras, por la caída en los precios, que de ser
sostenidos, va a obligar no solo a reducir costos, sino a ser muy selectivos en
inversión”, advierte Lloreda. Se prevé que el precio del petróleo continuara
por debajo de los US$70 dólares por barril.
EL
SALARIO DE LOS TRABAJADORES.
Es lo que
revela la más reciente ‘Encuesta salarial total rewards 2016’, elaborada por la
firma de consultoría Human Capital, en la que el 34 por ciento de los voceros
de 850 compañías encuestados señaló que ajustará el sueldo de sus trabajadores
con base en la inflación y el salario mínimo, un porcentaje muy por debajo del
52 por ciento observado en el 2014. El sondeo revela que, en al menos 12 por
ciento de las compañías consultadas, no habrá incremento de sueldos el próximo
año, en tanto que un 54 por ciento restante lo hará aplicando mecanismos de
beneficios y remuneración variable.
Entre las
razones expuestas para este cambio que se presenta en la concepción de los
incrementos se encuentran la desaceleración económica, una nueva fuerza laboral
orientada a otro tipo de beneficios por encima de los monetarios, mecanismos
para la modernización del pago que permiten optimizar costos y el interés por
incrementar el poder adquisitivo de las personas.
El
resultado de este estudio se conoce justo ahora que industriales, empleados y
Gobierno ajustan sus propuestas de alza salarial para el próximo año, las
cuales serán presentadas y discutidas a partir del 7 de diciembre próximo,
cuando se reúna la mesa de concertación, de la que se espera salga el
incremento que recibirán los trabajadores colombianos el año entrante y cuyo
trabajo será complejo, dado el aumento que viene registrando el costo de vida
este año.
Alza
diluida
La
sensación que dejan esos resultados en la mente de los trabajadores es que para
el 2016 no habrá una verdadera ganancia salarial, pues esta, en el mejor de los
casos, será consecuente con el incremento del costo de vida, que a septiembre
iba en 5,35 por ciento para los últimos 12 meses. De hecho, esto es lo que
piden algunos centros de estudios como la Asociación Nacional de Entidades
Financieras (Anif), cuyo presidente, Sergio Clavijo, viene insistiendo en que
el incremento del mínimo de los colombianos para el 2016 no podrá exceder el 6
por ciento.
Lo
anterior porque un ajuste mayor empeoraría la tasa de desempleo que cumple
cinco meses al alza, situándose en el 9 por ciento. Por su parte, José Manuel
Acosta, presidente de Human Capital, considera que los resultados de la
encuesta muestran la madurez de los empresarios colombianos, quienes están
teniendo en cuenta el entorno económico actual del país, y lo más importante,
buscan ser cautelosos para no afectar el empleo. “Hay épocas de vacas gordas y
vacas flacas y, en ese sentido, tendría mucha lógica ser consecuentes y
valientes para tomar decisiones que seguro diferirán de lo que se ha podido
hacer en otros años. Sería mucho más grave que al no tomar decisiones que no se
compadezcan con la realidad, se llegue a afectar el empleo, lo cual sería
desastroso para cualquier empresa y el país”, dice el experto.
Es decir,
mecanismos de pago variable más creativos, menos costosos y menos gravosos en
términos de tasas impositivas, como los incrementos vía beneficios
extrasalariales.
A
menor sueldo fijo mayor eficiencia
Otro de
los aspectos que tocó la ‘Encuesta salarial total rewards 2016’ fue el de la
productividad frente a la estrategia retributiva. De acuerdo con los resultados,
las empresas con esquemas cincuenta por ciento fijos y cincuenta por ciento
entre variables y beneficios tienen los mayores niveles de productividad.
Por el
contrario, aquellas compañías con una mezcla de compensación 70/30 son un 26
por ciento menos productivas, al tiempo que las que cuentan con una relación 85
por ciento de salario fijo y un 15 por ciento variable, tienen un nivel de
productividad un 33 por ciento más bajo.
Mayores
aumentos esperados
El
estudio de Human Capital muestra los sectores en los que hay expectativas de
mayores ajustes salariales y el nivel de empleados que recibirán una
compensación superior por su desempeño.
Por
ejemplo, los empleados que ganan más del mínimo y que tienen mejor desempeño
tendrán ajustes entre el 7,5 y el 8 por ciento, mientras que aquellos con bajo
compromiso el alza esperada está entre el 3 y 4 por ciento.
A pesar
de las circunstancias actuales de alta inflación, algunos sectores de la
producción continuarán destacándose como buenos pagadores. En renglones como
construcción e infraestructura; alimentos y bebidas; químico y farmacéutico;
industria, así como en hotelería y turismo, los ajustes salariales estarán
entre el 6,46 y el 6,04 por ciento.
Según la
encuesta, en la otra orilla están sectores como el de automotores y maquinaria;
fundaciones, consumo masivo, y salud, que estiman reajustes entre el 4,96 y el
4,85 por ciento.
“Es
importante anotar que si bien las decisiones serán vigentes a partir de enero,
hay que monitorearlas porque van a tener una correlación directa con la
inflación real del año entrante. Lo importante es que esta no sea superior a la
del 2015, porque en ese caso sí podría rescatarse algo de poder adquisitivo”,
señala Acosta.
Para el
experto, de alguna manera, este es un aspecto que va perdiendo relevancia en la
medida en que el salario fijo también va dejando de tener un mayor peso al
momento de negociar este factor con los empleados.