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martes, 2 de febrero de 2016

CLASES DE INFLACION

El término inflación alude al aumento continuo y generalizado del índice de precios en relación con una determinada moneda, y durante un lapso específico de tiempo. La inflación produce una desvalorización del poder adquisitivo de la moneda.

INFLACIÓN BAJA O MODERADA: este tipo de inflación se caracteriza por la lentitud y estabilidad en el incremento de los precios. Cuando existe una inflación moderada las personas tienden a comprometer su capital a través de contratos a largo plazo, ya que confían en que su dinero valdrá lo mismo tanto dentro de un mes como en un año. Las tasas anuales de inflación no deben superar el dígito único para que se consideren moderadas.

INFLACIÓN GALOPANTE: tiene lugar cuando los precios aumentan las tasas de inflación de dos o tres dígitos, en el transcurso de un año. Esta situación viene acompañada de una serie de cambios de carácter económico: los contratos se realizan utilizando una moneda extranjera, dotada de mayor estabilidad (como por ejemplo el dólar) y los individuos intentan utilizar sólo el dinero necesario y suficiente, ya que éste pierde su valor de manera muy abrupta.

HIPERINFLACIÓN: consiste en un incremento anormal y exagerado en las tasas de inflación, que puede alcanzar un 1000% en el transcurso de un año. Es propia de las crisis económicas, y se caracteriza por una pérdida del valor del dinero, disminución del poder adquisitivo, y porque las personas intentan gastar su capital lo más rápido posible, antes de que éste carezca de valor.

El precio de mercado es un concepto económico de gran aplicación tanto en aspectos teóricos de la disciplina como en su uso técnico y en la vida diaria. El concepto es fácil de comprender, el precio de mercado es el precio al que un bien o servicio puede comprarse en un mercado concreto.


Sin embargo, el concepto ha dado origen a discusiones tanto técnicas como teóricas en el desarrollo de las ciencias económicas. Esas discusiones van desde la definición de que es un mercado a que se entiende por precio, dificultades que adquieren un auge particular en la microeconomía, ámbito en el cual una de las funciones más importantes de un economista es la determinación de precios que maximicen la ganancia de una empresa. Sin embargo, la problemática también se extiende al ámbito macroeconómico, en el cual cálculos acerca de precios juegan un papel central en la determinación del hipotético equilibrio económico.

Históricamente, la escuela clásica consideraba que existen dos “precios de mercado”: el que se debe a la competencia (o precio natural) y el que se genera sin competencia (o precio monopólico). En las palabras de Adam Smith:

"El precio de un monopolio es en cada ocasión el más alto que se puede conseguir. El precio natural, o el precio de la libre competencia, por el contrario, es el más bajo que se puede tomar, no de hecho en cada ocasión, pero sobre un tiempo considerable. El uno es en cada ocasión el más alto que se puede exprimir de los compradores, o el que, se supone, van a consentir dar: el otro es el más bajo que los vendedores generalmente pueden permitirse aceptar, y al mismo tiempo continuar sus negocios."

El "precio natural" depende directamente, en esta visión, del valor de un bien, y ese valor equivale a la "cantidad de trabajo" necesario para producir el bien en cuestión. Esto es conocido como la teoría del valor-trabajo.

La asunción general es que, en un mercado libre y dado que hay competencia, los precios de mercado disminuyen al límite posible: el del coste de producción. Consecuentemente, desde este punto de vista, el precio de mercado de un bien o servicio depende de la producción u oferta (ver: Ley de Say). Si, por cualquier motivo ese coste de producción cambia, el precio de mercado cambiará. Por ejemplo, cuando avances tecnológicos facilitan la producción, disminuyendo los costes, los precios de mercado disminuyen.

Lo anterior implica que, asumiendo competencia, los productos son intercambiado por otros a una cierta "tasa de cambio" fija en el corto y/o mediano plazo, cualquiera sea la moneda que escojamos para expresar esa relación: la tasa está determinada por la "cantidad de trabajo" o valor de los bienes en cuestión. Eso es conocido como la neutralidad del dinero: variaciones en la cantidad del circulante sólo afectan precios nominales, sin que tengan ningún efecto sobre las variables reales (cantidad producida y consecuentemente demandada, etc.).

Sin embargo, esa concepción da origen a una variedad de problemas. Entre esas se encuentra el llamado problema de la transformación: básicamente, cuál sería el cálculo necesario para transformar esa "cantidad de trabajo" (como sea que sea medido) en precio de mercado.

Ese problema permaneció irresuelto por mucho tiempo. En la actualidad, y a pesar que el asunto permanece debatido muchos consideran, a partir del análisis de Piero Sraffa que la solución es simplemente que no hay tal transformación: el cálculo en términos de "valor" no es traducible a cálculos en dinero: el productor (o capitalista o empresario, etc) no se interesa en producir "valor extra" ni sabe como efectuar el cálculo en esos términos. Eso significa que gran parte del cálculo y análisis económico de los clásicos necesita, por lo menos, ser re-examinado.

Aun con anterioridad al análisis de Sraffa la escuela marginalista había propuesto que los precios de mercado dependen principalmente de la demanda: cualquiera que sea el costo o esfuerzo de producir un bien, este solo podrá ser vendido al precio que el consumidor esté dispuesto a pagar. Y ese deseo a pagar depende de la percepción por los consumidores de la utilidad del producto.

En este respecto la intención de los marginalistas era, en las palabras de Jevons: "liberarse de la “la teoría del “Fondo de salarios”, la doctrina del valor del costo de producción, la tasa natural de los salarios y otras doctrinas ricardianaserróneas o confusas”. Jevons -en acuerdo completo con Menger y otros - agrega: "La repetida reflexión y la investigación me han llevado a la opinión, más bien novedosa, que el valor depende por completo de la utilidad."

Para explicar las variaciones de precios, los marginalistas introdujeron el Principio de utilidad marginal decreciente. En la visión de Ricardo, por ejemplo, se concibe que los diamantes tengan valor porque algunos trabajan para encontrarlos y transportarlo a grandes distancias. Y, como quiera que eso es no solo difícil y peligroso, pero además requiere mucho esfuerzo en relación a los diamantes "producidos", estos cuestan mucho. En la visión marginalista, mineros buscan diamantes porque hay una demanda por ellos. Pero, en la medida que alguien los posee, disminuye lo que ese individuo está dispuesto a pagar por ellos, consecuentemente el "precio" del diamante no es fijo, depende de cuánto los desee un potencial comprador. De la misma manera, el primer vaso de agua para un sediento vale más que los sucesivos. Y por el mismo principio, los individuos estarían dispuestos a pagar más por una casa para vivir que una para vacaciones.
 

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